Dones i poetes que escriuen per a recordar-nos qui sóm i d’on venim. I també, és clar, qui són, d’on venen aquestes dones que un dia van decidir escriure perquè tot estava per fer, encara que no sempre fóra possible.

Soy una mujer de colores


Soy una mujer de colores

Soy la india cobriza que pare a su hijo
agarrada al tronco del árbol de la vida
que lame la sangre y los restos de placenta
del pequeño cuerpecito que
muy poco antes era suyo unido por ese
cordón umbilical que
ella corta con sus dientes,
los mismos dientes que curtirán el cuero con el que
hará los mocasines de su hijo.


Soy una mujer de colores


Soy la negra africana que
grácil como una gacela
atraviesa con sus pies descalzos,
ya parte de su tierra,
la sabana con el cántaro sobre su perfecta
y bellísima cabeza
en busca de agua para su familia.
La que maja en el molino de piedra
el grano que sustentará a su gente,
la que cuida de sus ancianos para
transmitir la sabiduría
ancestral a sus púberes a los que
prepara para sus ritos de paso que los
convertirá en su tribu.


Soy una mujer de colores


Soy la asiática amarilla que, agachada,
cultiva el arroz, cubierta por un
enorme sombrero que no le priva ni
del sol ni de la lluvia
mientras su niño, atado a su espalda,
duerme mecido por el
suave bamboleo de la penosa
tarea de la madre.


Soy una mujer de colores


Soy la occidental blanca,
esclava del reloj y de las prisas,
partida entre su casa y su trabajo,
campeona en un mundo hostil que
le exige darlo todo y aún más,
ser una profesional eficiente y
una esposa y madre ejemplar,
mujer objeto autoconvenida
de que su liberación y
su satisfacción
pasan por sacrificar
lo mejor de su vida
a un sinsentido.


Soy una mujer de colores.


La que oculta su rostro detrás de un burka,
la que pierde a sus hombres en las guerras,
la que es violada, humillada, maltratada,
la que vive en el olvido y la miseria.
La que triunfa y es reconocida,
la que hace realidad sus sueños,
la que juega con sus hijos y es amada,
la que muere feliz y realizada.


La adolescente que se prostituye
con las falsas promesas de neón de un supuesto mundo feliz,
la vieja que se autoengaña
con prótesis y liftings.
La niña que sólo sentirá dolor cuando debería
estremecerse de gozo porque, salvajemente,
le arrancaron su clítoris y le
robaron el orgasmo para siempre.
La recién nacida y recién muerta porque
“hija mía, este mundo no es para ti,
y sólo un hermano tuyo podrá llenar
nuestra casa y nuestro corazón”



Soy una mujer de colores,
con mis sufrimientos,
mis sacrificios,
mi dolor, mi desgarro.

Soy una mujer de colores,
con mis alegrías,
mi entrega,
mi dignidad, mi fuerza.


Soy La mujer de colores
y no pienso consentir que nadie,
ni siquiera tú,
me vuelvas gris.

-Arantxa Oteo-



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